Por: María D.Santillán Salazar
El
propósito de cada Navidad es vivir las fiesta Navideña, preparándonos para
recibir el nacimiento del Niño Dios en nuestros corazones. Para que esto suceda
debemos cambiar nuestras actitudes y modos de vida.
Nuestra
fe y creencia en el amor nos invita a participar de esta fiesta en familia. Por
medio de ella, mantenemos viva la convicción de la presencia de Dios en
nuestras vidas y esa vivencia es fuente de alegría, de esperanza y plenitud.
Cada
familia en esta Navidad debe estar llena de paz, esperanza, reconciliación, amor,
fraternidad, amistad y sobre todo mucha alegría.
Cuando
preguntamos a la gente qué es lo que valora más de la Navidad, siempre responde
que el hecho de estar juntos.
La Navidad sigue siendo la fiesta anual de la familia por excelencia, porque reúne a varias generaciones cuyos dos polos principales
son los nietos y los abuelos. De hecho, cuando estos últimos pueden, son ellos
los que reciben a la familia.
Para
muchos adultos mayores, Navidad y Año Nuevo son los únicos días del año en que
pueden sentirse parte de una familia, compartir sus sentimientos y emociones
con aquellos seres a quienes dedicaron la mayor parte de su vida. Es
responsabilidad de todos evitar que la soledad, el miedo y la depresión
lesionen a los mayores por el resto del año.
Se
considera que las personas suelen ser apartadas por la sociedad y la familia al
llegar a la vejez, “siguen existiendo mitos e imaginarios en nuestra cultura
que hacen que consideremos esta etapa como sinónimo de enfermedad,
discapacidad, soledad, amargura y aislamiento”. Si la sociedad no cambia esta
imagen, es muy difícil que las personas adultas mayores encuentren un espacio
para participar social y familiarmente. Contrario a lo que la sociedad misma
pueda pensar, la vejez es una etapa que trae consigo diversas oportunidades
para mantenerse activo y participativo. Investigaciones han comprobado que los
más grandes beneficios para la salud física y mental de las personas mayores
son las relaciones sociales.
Más
allá de las medicinas o terapias que las personas mayores puedan recibir, lo
más importante para ellas es el cariño que reciban de parte de sus seres
queridos. Responder a la necesidad de sentir el calor de hogar en la vejez
resulta ser el mayor estímulo de vida. Lo más importante es que las familias
reconozcan que para la persona mayor es vital contar con el apoyo, comprensión,
afecto y respeto de quienes la rodean. La familia debe seguir siendo el mejor
espacio para que los adultos mayores recuperen su papel de educadores,
transmitiendo su experiencia de vida y contribuyendo al fortalecimiento de la
unidad familiar y de las tradiciones de una sociedad sana.
Sea
pues, esta “NAVIDAD”, para festejar en familia con nuestros adultos mayores disfrutando
juntos lo grande de esta fiesta.
“Rescatemos juntos una Navidad más espiritual,
volvamos a su sentido original para que
el amor más puro y desinteresado brille en
nuestros corazones disfrutando en familia”.
volvamos a su sentido original para que
el amor más puro y desinteresado brille en
nuestros corazones disfrutando en familia”.
Artículo publicado el miércoles 18 dcbre.
2013 en el Vespertino “Satélite” (Trujillo-Perú)
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